jueves, febrero 22, 2007

La primera cita

En realidad fue la segunda, para ser más exactos la tercera, la primera no la conté porque éramos cuatro.

Nos encontramos en una esquina tipo 21 hs. Temprano para cenar, tarde para tomar la leche, ideal para unas birritas. Así que haciéndome el que proponía distintos lugares tiré un bar que quedaba a una cuadra. El Shamrock.

Llegamos y no había nadie así que nos sentamos en las mesitas que dan la espalda a la calle, esas que son como un gran banco de metal con vidriera detrás y pequeñas mesitas delante. Yo, para quedar como un caballero, le dejé la vista a la calle. Es decir, me senté en la gran banqueta.
El tiempo fue pasando, las birritas también y llegó la hora de que ella se vaya. Tenía una fiesta de fin de curso de teatro. Dato al margen, al principio me rompió las bolas que no me diga de ir, pero cuando se fue todo mi cuerpo se lo agradeció.

Haciendo números, nos encontramos a las nueve, a las 12,30 era la fiesta, ponele que mi charla entretenida la distrajo hasta la 1 am, fueron como 4 horitas aguantando unos gases que Dios mío. Tal es así que ni bien cruzó la puerta de entrada/salida me acomodé y, sin pensarlo, lo liberé. Para mi asombro fue un pedo muy largo, fuerte y ruidoso.

¿Como sé que fue ruidoso estando dentro de un bar?

Fácil. Por la manera en la que retumbaba la banqueta colectiva metálica en la que tenía el culo apoyado.
No paraba, eran unos redoblantes militares, un motor de Ford Falcon preparado, la sala de máquinas de un trasatlántico, un martillo hidráulico, no sé, algo inimaginable.

Ya no eran las nueve, el bar y la banqueta colectiva metálica estaban llenos de gente, y la minita que tenía al lado me empezó a mirar, el pedo todavía seguía saliendo. Así con cara de nada y haciendo alarde de la creatividad que me caracteriza, saqué del bolsillo de atrás del jean mi celular, simulando que había sonado y que lo tenía en modo vibrador. Continuando con la farsa, mencioné el nombre de un supuesto amigo (hice un silencio) continué con un: “sí, ya estoy acá” (silencio) “ok, los espero”.
Corté, guardé el aparato en su bolsillo y acá viene lo mejor, la minita se me queda mirando y me pregunta:

¿Ese es el celular en el que se puede ver la tele?

8 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ari,

Como pibe que te quiere, te digo que tus confesiones escatológicas me divierten mucho (de hecho aún tenés pendiente ventilar otra -contada a unos pocos privilegiados- que es todo desperdicio). Si fuese piba, en cambio, te diría que las mismas desenamoran, tienen 0 glam, asquean y huelen mal.
Toot or not toot, esa es la question.

10:26 p. m.  
Blogger ladelmono said...

Sufro tus gases todos los días hace 5 años y nunca posteaste nada sobre el tema, ni la parálisis que generó en mi rostro, y la pérdida del %40 del olfato. Me cago a tu lado.

12:09 p. m.  
Blogger Señorita Cosmo said...

Lejos fue uno de los post más graciosos que leí por lo menos en el último año.
Por favor más!!!

7:18 p. m.  
Blogger G. said...

"HOMBRES"... ojalá no se mueran nunca.

(no así sus fatales gases)

Excelente texto.

8:41 p. m.  
Blogger ij said...

jajajajaja, me imagino la banqueta toda rajada.......

12:31 a. m.  
Blogger Los Vocalino said...

Gabi: algun día "ventilare" esa confecion...

Srta Cosmo y Guadalupe: Muchas gracias por su visita. Bienvenidas

Julio: lo gracioso era la cara de la minita de al lado...

1:11 p. m.  
Blogger Tute said...

Sos una inspiracion.

6:04 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Jajajajajajaja muy bueno, me imagino si fueron como 4 horas de aguantamiento de gas, es probable que pueda haber sido como de 40 segundos el ring tone del celular tele, muy bueno, buena actuacion !!Abrazo yo tatono

2:32 p. m.  

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